Reportaje
De la celulosa al tissue: el compromiso ambiental detrás de cada hoja
En un contexto global donde la sostenibilidad dejó de ser una tendencia para convertirse en una exigencia transversal, la industria de la celulosa y el papel ha debido repensar sus procesos productivos, especialmente en la conversión de celulosa en productos tissue, como papel higiénico, servilletas y toallas. Este segmento, que tiene un contacto directo y cotidiano con las personas, enfrenta el desafío de satisfacer una demanda creciente sin comprometer los recursos naturales ni el equilibrio ambiental. En 2024, el mercado mundial de papel tissue fue valorado en aproximadamente USD 90.99 mil millones, con proyecciones que indican un crecimiento hasta USD 154.54 mil millones para 2032, impulsado por una tasa de crecimiento anual compuesta (CAGR) del 6.95%. (Fuente: Fortunebusinessinsigths.com).
A nivel mundial, las compañías del rubro han adoptado tecnologías de última generación para reducir el consumo de agua, energía y materias primas, impulsando modelos de producción circular que permiten reutilizar subproductos y minimizar residuos. En países como Suecia, Finlandia o Canadá, líderes en manejo forestal sustentable, la trazabilidad del origen de la fibra, la eficiencia en el uso de agua en las plantas de conversión y la valorización de residuos industriales forman parte de una gestión integral orientada a la neutralidad ambiental.
Chile no se ha quedado atrás. Con una industria forestal consolidada y estándares ambientales cada vez más exigentes, empresas como ARAUCO han implementado estrategias concretas para reducir la huella ambiental en todas las etapas del proceso: desde la producción de celulosa hasta la transformación en tissue. Esto incluye el uso de energía autogenerada a partir de biomasa renovable, programas de eficiencia hídrica, recirculación de aguas industriales y compromisos de valorización del 100% de los residuos sólidos no peligrosos hacia 2030.
El desafío actual no solo radica en producir más y mejor, sino en hacerlo con respeto por el entorno, promoviendo una industria del papel que, desde la celulosa, avance con firmeza hacia una economía baja en carbono y alineada con los principios de la economía circular.
Ejemplo en industria nacional
En el complejo proceso que convierte la celulosa en papel y productos derivados, la sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad. Y en esa transición, profesionales como Francisco Albornoz, Ingeniero Civil Químico de la Universidad de Concepción y actual Jefe de Desempeño Ambiental en la Gerencia de Medio Ambiente de Celulosa ARAUCO, cumplen un rol clave.
“Comencé mi carrera profesional en el área comercial de COPEC, como Jefe de Zona del canal de lubricantes en Copiapó. Más adelante, llegué a ARAUCO, inicialmente a Celulosa Planta Valdivia”, comenta el profesional. Desde entonces, su trayectoria ha estado marcada por una diversidad de roles: desde Ingeniero de Procesos, pasando por áreas de Personas y Seguridad, hasta especializarse en procesos ambientales.
Hoy, desde su posición en la Gerencia de Medio Ambiente, su objetivo es claro: “Mi foco está en monitorear, controlar y optimizar las emisiones gaseosas, líquidas y sólidas de las plantas. Esto implica implementar estrategias para reducir el impacto ambiental, promoviendo prácticas sostenibles dentro de los procesos productivos que dan origen a la celulosa y, con ello, a los productos que llegan a las personas”.
Celulosa: un proceso con base renovable
En el corazón de este proceso se encuentra la celulosa, base esencial para papeles, cartones y múltiples soluciones que forman parte de la vida cotidiana. Pero, ¿cómo se asegura que esta producción sea sustentable?
“Desde su origen, la producción de celulosa es un proceso sustentable, porque utiliza un recurso renovable como la madera y opera con ciclos cerrados para la recuperación de químicos. Además, las plantas generan su propia energía a través de la combustión de biomasa, lo que incluso permite inyectar excedentes al Sistema Eléctrico Nacional”, explica Albornoz.
Esta autogeneración energética no solo reduce costos, sino que disminuye significativamente el uso de combustibles fósiles. En ARAUCO, este enfoque va acompañado de una gestión ambiental rigurosa en cada etapa del proceso.
Uso eficiente del agua y reducción de emisiones
Uno de los grandes desafíos del sector es el uso del agua. Al respecto, Albornoz destaca: “Todas las plantas cuentan con programas de reducción de consumo de agua, enfocados en mejorar la eficiencia hídrica y minimizar impactos ambientales. Se han implementado medidas como la recirculación interna, recuperación de condensados y reutilización de aguas en diferentes etapas del proceso”.
En cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero, ARAUCO ha dado pasos relevantes mediante proyectos de cogeneración con biomasa residual. “Nuestros sistemas utilizan subproductos forestales, incluido el licor negro, como combustible renovable y carbono neutro. Estos proyectos están registrados bajo estándares internacionales como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL)”, precisa.
Economía circular: transformar residuos en valor
Mirando hacia el futuro, ARAUCO ha asumido un compromiso ambicioso: valorizar el 100% de los residuos sólidos no peligrosos para 2030. “Nuestro propósito es eliminar completamente el envío de estos residuos a rellenos sanitarios, avanzando hacia una operación más limpia y eficiente”, afirma Albornoz.
Este desafío es abordado desde una perspectiva tanto ambiental como económica. “La valorización de residuos implica desarrollar soluciones competitivas, que integren innovación, eficiencia y generación de valor. En ese sentido, trabajamos en alianzas estratégicas con terceros, centros internos de valorización y mejoras continuas en los procesos productivos”, explica.
Este enfoque se enmarca en la Hoja de Ruta de Economía Circular promovida por el gobierno, pero va más allá: busca transformar residuos en recursos útiles, cerrando el ciclo productivo de forma coherente con los principios de sostenibilidad.
De la planta al papel: impacto positivo en cada etapa
Cada hoja de papel, cada producto que llega al consumidor final, tiene detrás un proceso industrial que puede —y debe— ser responsable con el entorno. Desde la elección de materias primas renovables, pasando por el uso eficiente del agua y la energía, hasta la valorización de residuos, ARAUCO está configurando una cadena de valor donde el respeto por el medio ambiente es parte esencial.
“En nuestra labor diaria, entendemos que el desempeño ambiental no es un objetivo aislado. Es parte integral de cómo hacemos las cosas, de cómo transformamos la celulosa en productos que llegan a miles de hogares y empresas, con la convicción de que se puede producir de manera eficiente, rentable y respetuosa con el entorno”, concluye Francisco Albornoz.
Su mirada técnica, su experiencia transversal en distintas áreas de la compañía y su compromiso con el desarrollo sostenible reflejan cómo la industria forestal y de celulosa puede liderar la transición hacia una economía más circular y baja en carbono.