Conectando puentes hacia un Chile que Transforma
Candelaria Briceño
Ingeniera Innovación Senior
CMPC
Chile ha sido históricamente reconocido por su fuerte vínculo con los commodities. Desde el siglo XIX, con el salitre y luego el cobre, nuestra economía ha dependido de la exportación de materias primas. Hoy, las principales exportaciones provienen del sector minero. A ello se suma la industria forestal, que ha ganado protagonismo con la producción de celulosa y papel.
Fibras como la celulosa kraft de eucalipto y pino radiata nos posicionan entre los principales exportadores globales. A pesar de los desafíos, la industria forestal ha comenzado a dar pasos importantes hacia la incorporación de productos de mayor valor agregado. Este impulso representa una valiosa oportunidad para seguir avanzando en la diversificación de la matriz productiva, con miras a reducir la dependencia de productos de bajo valor y mitigar la exposición a los ciclos internacionales.
Frente a este escenario, Chile destaca en el ámbito académico. Según el QS Latin America 2024, 16 universidades chilenas están entre las 100 mejores de la región, incluyendo la Pontificia Universidad Católica, la Universidad de Chile y la Universidad de Concepción. Esto nos posiciona como líderes en formación e investigación en Latinoamérica. Contamos con instituciones capaces de generar conocimiento útil para transformar sectores estratégicos, si logramos vincular sus capacidades con los desafíos productivos del país.
El potencial de colaboración con la industria es enorme. Países como Canadá, Suecia y Finlandia ya han demostrado cómo universidades alineadas con sectores productivos pueden liderar procesos de innovación en áreas como bioeconomía, automatización, biotecnología o industria 4.0. En Chile, aunque contamos con instituciones públicas como CORFO, ANID y el Ministerio de Ciencia que promueven la vinculación academia-industria, aún falta una estrategia articulada de largo plazo que transforme esta colaboración en un eje estructural del desarrollo nacional.
La pregunta es cómo avanzar. ¿Cómo creamos espacios de colaboración permanente entre industria, academia y Estado? ¿Cómo comprometemos a las universidades con la formación de talentos estratégicos y a las empresas con la adopción de innovación nacional? Chile tiene los recursos, el capital humano y la oportunidad histórica para dejar de ser solo un país que extrae y empezar a construir un país que transforma. Para esto, debemos trabajar juntos, crear instancias concretas de conexión e intercambio entre industria y academia, guiadas por entidades públicas que dirijan la bajada de los focos, impulsando la construcción de puentes para romper las barreras tradicionales y apostar por una agenda compartida que mire más allá de la próxima exportación y piense en los próximos 50 años.